Desde: Tijuana, México.
Uno de los aspectos de la poesía
mexicana reciente es el resurgimiento de escritores del norte. Antes
considerada (todavía hoy, por algunos) un erial deshabitado por la cultura y
con la mira más bien hacia el más norte: Estados Unidos. Recuerdo a un profesor
en la Ciudad de México que me preguntó cuando era estudiante, de dónde era, le
dije: Soy de Chihuahua y me respondió con la lanza filosas del centralismo
mexicano: ¿A poco allá saben leer?
Imagino que en todos los países existe una zona o región que los habitantes de
las grandes ciudades gustan en despreciar o catalogar, como no apta, para su
cosmopolitismo. Pienso, por ejemplo, en el sur norteamericano que en el
imaginario de los neoyorkinos es un sitio de fábula o escenario de páginas de
Faulkner, pero no un lugar para nutrirse de cultura o para ir a ver una obra de
Eugene Ionesco. Así de injustos son los prejuicios.
Decía
que en México, es posible que se estén eliminando esos prejuicios y lo cierto
es que hay una enorme cantidad de cultura que se produce ahora en el norte de
México. Pienso, por ejemplo, en la ciudad de Tijuana, donde recientemente fui a
una lectura de poesía. Unos amigos me llevaron a ver el centro, el pasaje Gómez,
un callejón en medio de la avenida principal que se abre en una serie de
locales que alojan todo tipo de expresiones culturales: en un mismo recorrido
asistí a una lectura de poesía, un desfile de modas con más de diez modelos
locales, una librería, una cafetería con música en vivo, una banda de rock en
vivo, venta de pinturas, libros, etc. Esta oferta cultural yo no la había visto
antes, una vibrante comunidad alternativa y escuché a algunos decir que hasta
artistas de la ciudad de México venían a vivir en Tijuana. Además, la ciudad
cuenta con uno de los centros culturales más impresionantes del noroeste, el
Centro Cultural Tijuana que es una estructura e institución que aloja
exhibiciones de primer mundo, obras de teatro, museos, encuentros literarios,
etc.

Los
temas que circulan en los poemas es muy variado, pero en algunos casos está
presente la región del norte, la cercanía con los Estados Unidos que afecta en algunos
casos el lenguaje, la problemática de la violencia causada por el narcotráfico,
el trabajo en las maquiladoras por mujeres jóvenes, las mujeres asesinadas en
Ciudad Juárez. También aspectos culturales, por ejemplo, la carne asada.
Alguien acuñó una frase, no se sabe, si atribuida a José Vasconcelos o Alfonso
Reyes, que reflejaba el centralismo y desprecio por la cultura de aridamérica
que decía “la cultura en México se terminaba cuando empezaba la carne asada”
una frontera marcada por el gusto culinario por los asados, por la carne
marinada y cocinada en el asador.
Me
parece que el apogeo de la cultura del norte reaviva las letras mexicanas que
lentamente son ahora más inclusivas y se alejan un poco de la Ciudad de México
y resaltan otras regiones y lenguas, por ejemplo, las lenguas indígenas que
ahora también participan en premios y becas distribuidas por el gobierno.
México es un país donde el maya, el náhuatl, el zapoteco, entre otras, son
lenguas habladas por grupos considerables y que algunos años atrás eran
excluidos del sistema de promoción cultural. Puede ser que México se mueva lentamente
hacia una sociedad multicultural, pluralista e incluyente, que empieza a reconocer
su pasado cultural, a apoyar, reconocer y proteger lenguas que pueden
desaparecer en el futuro.
México
es un país que tiene 3 mil kilómetros de frontera con Estados Unidos (en el
sur, con Guatemala son 1, 200 kilómetros). Los estados del norte de México,
aunados a los estados del sur americano, componen un área que es mayor a Europa
central. En esta región, se negocia un lenguaje en constante contacto con el
inglés, con la influencia norteamericana que está integrada con su propia
cultura a través de lazos familiares que se extienden al sur americano. Es
seguro que las ciudades en el norte continuarán creciendo y sus aparatos de
cultura seguirán sofisticándose al grado de ser contraparte de la producción
cultural de la Ciudad de México que todavía reúne la gran masa de población y
de acervos para publicación, revistas, recursos gubernamentales y oferta
cultural. Es probable que ya estemos viendo ese cambio en ciudades del norte
como en Tijuana, por ejemplo con el Festival de Literatura del Noroeste o en La
Paz, Baja California Sur con el festival “Lunas de Octubre” y en Ciudad Juárez
con el festival de “Literatura del Bravo” o el “Encuentro de Escritores por
Juárez” por mencionar algunos.
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