lunes, 10 de diciembre de 2012

Escritores de Aridamérica ///

                                                                                   Escribe: mARTIN CAMPs

Desde: Tijuana, México.

 

Uno de los aspectos de la poesía mexicana reciente es el resurgimiento de escritores del norte. Antes considerada (todavía hoy, por algunos) un erial deshabitado por la cultura y con la mira más bien hacia el más norte: Estados Unidos. Recuerdo a un profesor en la Ciudad de México que me preguntó cuando era estudiante, de dónde era, le dije: Soy de Chihuahua y me respondió con la lanza filosas del centralismo mexicano: ¿A poco allá saben leer? Imagino que en todos los países existe una zona o región que los habitantes de las grandes ciudades gustan en despreciar o catalogar, como no apta, para su cosmopolitismo. Pienso, por ejemplo, en el sur norteamericano que en el imaginario de los neoyorkinos es un sitio de fábula o escenario de páginas de Faulkner, pero no un lugar para nutrirse de cultura o para ir a ver una obra de Eugene Ionesco. Así de injustos son los prejuicios.

Decía que en México, es posible que se estén eliminando esos prejuicios y lo cierto es que hay una enorme cantidad de cultura que se produce ahora en el norte de México. Pienso, por ejemplo, en la ciudad de Tijuana, donde recientemente fui a una lectura de poesía. Unos amigos me llevaron a ver el centro, el pasaje Gómez, un callejón en medio de la avenida principal que se abre en una serie de locales que alojan todo tipo de expresiones culturales: en un mismo recorrido asistí a una lectura de poesía, un desfile de modas con más de diez modelos locales, una librería, una cafetería con música en vivo, una banda de rock en vivo, venta de pinturas, libros, etc. Esta oferta cultural yo no la había visto antes, una vibrante comunidad alternativa y escuché a algunos decir que hasta artistas de la ciudad de México venían a vivir en Tijuana. Además, la ciudad cuenta con uno de los centros culturales más impresionantes del noroeste, el Centro Cultural Tijuana que es una estructura e institución que aloja exhibiciones de primer mundo, obras de teatro, museos, encuentros literarios, etc.

Pensando en algunos de los poetas mexicanos recientes de la frontera norte, me viene a la memoria la antología de UbertoStabile, poeta español, llamada: Tan lejos de Diospublicada por la UNAM y Ediciones Baile de Sol en el 2010 (en referencia a la famosa frase del dictador mexicano Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”). Allí se antologan 60 poetas del norte que muy bien pueden representar lo mejor que se hace en Tijuana, Ciudad Juárez y  Monterrey (que son las ciudades más grandes e importantes del norte, las dos primeras con frontera a Estados Unidos y la última una boyante ciudad industrial). Algunos de los nombres que se incluyen en ese libro son, los digo de memoria, porque mencionarlos a todos tomaría mi límite de mil palabras: Alfredo Espinosa, Amaranta Caballero, Armando Alanís Pulido, Arminé Arjona, César Silva Márquez, Edgar Rincón Luna, Francisco J. Bustos, José Eugenio Sánchez, José Vicente Anaya, Julián Herbert, Roberto Castillo, Sayak Valencia,Rosina Conde, entre otros muchos excelentes escritores.

Los temas que circulan en los poemas es muy variado, pero en algunos casos está presente la región del norte, la cercanía con los Estados Unidos que afecta en algunos casos el lenguaje, la problemática de la violencia causada por el narcotráfico, el trabajo en las maquiladoras por mujeres jóvenes, las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. También aspectos culturales, por ejemplo, la carne asada. Alguien acuñó una frase, no se sabe, si atribuida a José Vasconcelos o Alfonso Reyes, que reflejaba el centralismo y desprecio por la cultura de aridamérica que decía “la cultura en México se terminaba cuando empezaba la carne asada” una frontera marcada por el gusto culinario por los asados, por la carne marinada y cocinada en el asador.

Me parece que el apogeo de la cultura del norte reaviva las letras mexicanas que lentamente son ahora más inclusivas y se alejan un poco de la Ciudad de México y resaltan otras regiones y lenguas, por ejemplo, las lenguas indígenas que ahora también participan en premios y becas distribuidas por el gobierno. México es un país donde el maya, el náhuatl, el zapoteco, entre otras, son lenguas habladas por grupos considerables y que algunos años atrás eran excluidos del sistema de promoción cultural. Puede ser que México se mueva lentamente hacia una sociedad multicultural, pluralista e incluyente, que empieza a reconocer su pasado cultural, a apoyar, reconocer y proteger lenguas que pueden desaparecer en el futuro.

México es un país que tiene 3 mil kilómetros de frontera con Estados Unidos (en el sur, con Guatemala son 1, 200 kilómetros). Los estados del norte de México, aunados a los estados del sur americano, componen un área que es mayor a Europa central. En esta región, se negocia un lenguaje en constante contacto con el inglés, con la influencia norteamericana que está integrada con su propia cultura a través de lazos familiares que se extienden al sur americano. Es seguro que las ciudades en el norte continuarán creciendo y sus aparatos de cultura seguirán sofisticándose al grado de ser contraparte de la producción cultural de la Ciudad de México que todavía reúne la gran masa de población y de acervos para publicación, revistas, recursos gubernamentales y oferta cultural. Es probable que ya estemos viendo ese cambio en ciudades del norte como en Tijuana, por ejemplo con el Festival de Literatura del Noroeste o en La Paz, Baja California Sur con el festival “Lunas de Octubre” y en Ciudad Juárez con el festival de “Literatura del Bravo” o el “Encuentro de Escritores por Juárez” por mencionar algunos.

 

 

 

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